Por Mariano Nimo.
Tras cuatro años consecutivos de pérdidas, el mercado asegurador argentino parece haber llegado a un punto de inflexión. Durante este período, el sector consumió capital por un equivalente al 2% de las primas en cada ejercicio: una señal de agotamiento financiero y técnico, con un mercado (en tamaño de primas) que no crece hace 8 años.
Hoy, sin embargo, empiezan a asomar signos de cambio. Una nueva política económica —con equilibrio fiscal y disciplina monetaria— comienza a sentar las bases de una estabilidad imprescindible para el desarrollo sostenido de nuestra industria.
Con una inflación estabilizada en torno al 2% mensual, ya no hay margen para esconder las ineficiencias bajo la alfombra inflacionaria. Este nuevo escenario nos obliga a mirar de frente los costos, la productividad y el resultado técnico como prioridad de gestión.
Por primera vez en años, el sector puede pensar en el mediano plazo. Esa posibilidad —planificar más allá del trimestre— puede marcar el inicio de un nuevo ciclo de crecimiento sostenido en el tiempo.
Las bases de una nueva etapa
Durante la última década, el tamaño del mercado asegurador argentino prácticamente no cambió. Hoy representa el 3% del PBI, pero esa cifra encierra una gran oportunidad. Si la estabilidad se consolida, hay verticales de negocio con enorme potencial de expansión que pueden escalar al 4% del PBI sin despeinarnos:
Cada uno de estos segmentos podría transformar el perfil del mercado asegurador y convertirse en un aliado estratégico del desarrollo del mercado de capitales, aportando ahorro genuino y de largo plazo.
Del corto al largo plazo: un cambio cultural
Durante años, el seguro argentino operó con instrumentos de inversión de corto plazo, en sintonía con su entorno de volatilidad y un perfil de cartera de cola corta. Un contexto más previsible permitiría extender el horizonte temporal, diversificar carteras y contribuir al financiamiento productivo de mediano y largo plazo.
Este cambio cultural —del corto al largo plazo— fortalecería la rentabilidad técnica de las compañías y su rol como actores del desarrollo económico.
Reformas, confianza y crecimiento
El Ejecutivo avanza con reformas estructurales —tributarias, laborales y previsionales— que podrían sentar las bases de un nuevo contrato social.
El apoyo electoral recibido, aún en una transición de una economía ralentizada, revela una sociedad que parece haber renovado su voto de confianza en búsqueda de un futuro más previsible.
Si ese rumbo se mantiene, podríamos estar frente al comienzo de una nueva era para el seguro argentino: una en donde la estabilidad macroeconómica, la reducción de la informalidad laboral (hoy superior al 40%), una estructura tributaria más racional y una moneda confiable creen las condiciones para que empresarios y ciudadanos vuelvan a protegerse, ahorrar, planificar e invertir en esta nueva Argentina.
Un optimismo necesario
Quizás sea momento de exagerar el optimismo. De creer que esta vez sí puede suceder.
Que el sacrificio social y empresarial de estos años siente las bases de un país más previsible, donde la protección vuelva a tener valor, y donde el seguro —como instrumento de estabilidad y desarrollo— recupere el lugar protagónico que merece.
Quizás una reforma laboral logre formalizar a parte de los más de 7 millones de trabajadores que operan en la informalidad, y puedan ser la contrapartida de un sistema previsional más sostenible en el tiempo.
Quizás se pueda duplicar la cantidad de empresas generadoras de empleo (650.000), hoy en una densidad de 12 empresas por cada 1.000 habitantes, misma ratio de hace 30 años y una de las más bajas de la región.
Quizás una reforma tributaria alivie al empresario argentino y lo anime a invertir/contratar más.
Quizás el equilibrio fiscal devuelva fuerza a nuestra moneda y reactive los mercados de vida, retiro y capitalización, aumentando significativamente la inversión en el mercado de capitales, hoy de 18 billones de pesos.
Quizás el crédito privado, hoy prácticamente inexistente en la economía argentina (7% del PBI), empiece a incrementar su protagonismo, que actualmente se encuentra muy por debajo del promedio de LATAM que asciende al 52%.
Quizás Argentina logre triplicar su matriz exportadora y de comercio exterior, (hoy 25% del PBI) muy por debajo del promedio regional.
Quizás algo suceda. Y ya eso, para la Argentina, sería un gran comienzo.
En Afianzadora nos preparamos para esta expansión y crecimiento que quizás se dé antes de lo esperado.
Quizás, quizás, quizá…