Cada hora, cada día de inacción eficiente se mide en vidas. La gravedad que plantea esta problemática, determina la obligación del Estado de asumir una responsabilidad seria.
Que el ciudadano, en su “incultura vial”, no perciba su riesgo individual y familiar, de ninguna manera justifica al estado para no percibir el riesgo colectivo y social.
CADA HORA, CADA DÍA DE INACCIÓN EFICIENTE SE MIDE EN VIDAS.
El usuario de la vía pública puede pensar que el problema se soluciona simplemente con sanciones o con mayor educación, el empresario puede sostener que la inseguridad vial le resta ganancias o le genera pérdidas. EL ESTADO NO.
El Estado, por definición y naturaleza, no puede sostener una mirada individual, sino colectiva y de bien común.
El Estado, por definición y naturaleza, no gestiona “lo privado” sino “lo público”.
La ganancia o pérdida no se mide en moneda primariamente, sino en vidas y muertes, en salud y enfermedad.
Insistimos: se trata de la principal causa de muerte y lesiones no natural de los integrantes de nuestra sociedad.
La gravedad “objetiva” que plantea la problemática de la seguridad vial, colocando a sus consecuencias nefastas muy por encima de otras causas de muertes y lesiones no naturales (Ej.: inseguridad delictual), determina la obligación del Estado (independiente del gobierno de coyuntura) de asumir una responsabilidad seria y profesional de contención de las víctimas y de encauzar su accionar a la erradicación del problema o la minimización de sus consecuencias.
El ESTADO (nacional, provincial, municipal) no puede ni debe “naturalizar” esta enfermedad social.
Las políticas públicas no se declaman; se planifican, se presupuestan, se ejecutan, se evalúan, se rinde cuentas, se corrigen.
Dr. Eduardo Bertotti
Director ISEV